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Lucía sabe que Iván no es el hombre de su vida pero está atrapada en esa relación, está enamorada de él, le quiere con toda el alma como ella misma dice, y aunque sabe que antes o después tendrá que dejarle, no puede. Así que ambos se aferran a una relación que no lleva a ningún sitio. Lucía intenta seguir adelante con su amor y no pensar en el futuro porque duele y porque es más fácil dejarse llevar, mientras Iván pospone una y otra vez su marcha. Los dos saben que se tendrán que separar, pero la separación se aplaza semana tras semana, en pequeñas prórrogas que no llevan a nada, más que a mitigar el dolor por unos días, justo los días que consiguen olvidar que pronto tendrán que despedirse. Mientras esperan la separación definitiva, de la que ninguno se atreve a hablar. Y en medio de todo esto está Luis, el mejor amigo de Lucía, el hombre de su vida, el chico perfecto, creando un extraño triangulo del que nadie parece darse cuenta. Lucía tendrá que enfrentarse a sus sentimientos y a sus miedos, tendrá que pensar y que estar sola para saber lo que realmente quiere.